Estudio determinó un ligero descenso en la desigualdad: La población en pobreza extrema creció de forma preocupante: pasó de un 6 % en abril a un 8 % en diciembre del 2022.
De hecho, este porcentaje mostró un leve crecimiento a lo largo del segundo semestre del 2022. Pero el aumento es aún más significativo si se compara con los primeros meses del 2020 (previo a la pandemia), cuando este porcentaje rondaba el 22%.
Mientras tanto, la pobreza extrema sí creció de forma alarmante en los últimos meses del año pasado, donde ocho de cada 100 personas en el país fueron incapaces de satisfacer sus necesidades alimentarias básicas. De hecho, en abril del mismo 2022, el porcentaje de pobreza extrema fue del 6 %, con lo que se puede concluir que este rubro creció dos puntos porcentuales en tan solo ocho meses.
La pobreza es más evidente en espacios rurales
De forma similar se ha comportado la pobreza extrema: mientras el 7,1 % de las personas en las ciudades no logra satisfacer sus necesidades alimentarias básicas, este porcentaje sube al 10,1 % en el campo. Ambos porcentajes han venido en aumento desde mayo del 2020 y se mantienen muy por encima de los datos previos a la pandemia, cuando había alrededor del 6 % de pobreza extrema en zonas urbanas y 7 % en las rurales.
Más pobres, menos desiguales
Pese al aumento de la pobreza, la desigualdad descendió de forma lenta pero estable desde febrero del año pasado e incluso presenta una baja significativa en comparación con agosto del 2021.
Para diciembre pasado, el Coeficiente de Gini (donde 1 es el máximo de desigualdad y 0 el mínimo) la cifró en 0,49, lo que significaría que el país es más pobre – según los datos presentados en los párrafos anteriores – pero un poco menos desigual que el año pasado.
El IICE también realizó el cálculo del comportamiento de la pobreza considerando la ausencia de los subsidios económicos como Avancemos y otras ayudas del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), las Pensiones del Régimen No Contributivo y otras fuentes de transferencia económica. Si todos estos rubros se eliminaran, la pobreza en el país llegaría al 27,2 % (2,3 puntos porcentuales más de la que ya hay), mientras que la pobreza extrema sería de un 12,2 % (4.3 puntos porcentuales extra).
El programa Avancemos tiene efectos sobre la asistencia a la educación secundaria
24 JUN 2022
En 2022, el Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) hizo un análisis de los montos otorgados por el programa Avancemos-Crecemos y su evolución desde su última actualización hace más de cinco años. Los principales hallazgos se resumen en que los montos han perdido poder adquisitivo: Avancemos y Crecemos reducen la pobreza y mejoran la situación de los hogares. En el caso específico de Avancemos, tiene efectos importantes en la asistencia en secundaria, en particular para hombres jóvenes de la zona rural. Seleccionando en forma más precisa a los beneficiarios se podría reducir la pobreza y aumentar aún más la asistencia en secundaria.
El programa Avancemos-Crecemos, coordinado por el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) otorga Transferencias Monetarias Condicionadas (TMC) a estudiantes en condición de pobreza por asistir al sistema educativo. En 2021, la inversión total del programa alcanzó los 113.900 millones de colones y 391.905 estudiantes. El 58% de la inversión se dirigió a estudiantes de secundaria alcanzando el 46% de la población atendida. Los montos varían según el nivel al que asisten los estudiantes: 18 mil colones mensuales a personas de 5 años o más que cursan preescolar y primaria, 30 mil a quienes cursan III ciclo, y 40 mil, a quienes cursan IV ciclo de secundaria.
Los montos otorgados en Avancemos-Crecemos han estado ligados a disponibilidad presupuestaria del IMAS. En sus inicios, el monto de Avancemos se había calculado tomando como base la mediana de los ingresos de personas de 13 a 15 años en mercado laboral de 2005, considerado como el costo indirecto o de oportunidad por estar estudiando. Ese monto se mantuvo constante, sin actualización ni aumento, hasta 2015, año en que se aumentó el monto sin recuperar el valor real de inicios del programa (que había caído un 39,7 % con respecto a 2006).
El último aumento se hizo en 2018 para mantener el poder adquisitivo de las transferencias a estudiantes de IV ciclo con respecto a 2015 y para aumentarlo a estudiantes de III ciclo (un 14 %). La transferencia para niveles de preescolar y primaria aumentaron su valor en 2014 (19 % con respecto a 2010), sin actualizaciones desde entonces (ver gráficos).La falta de actualizaciones sistemáticas hace que cada año el monto pierda valor real por la inflación. El poder adquisitivo de la transferencia para secundaria se ha reducido significativamente desde que inició el programa, principalmente el de estudiantes de secundaria del IV Ciclo.
En 2021, a solicitud del IMAS y con el apoyo de Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el IICE analizó los montos de las transferencias y el impacto que tienen en la asistencia a la educación. El estudio encontró que en un hogar receptor residen, en promedio, 1,54 estudiantes beneficiarios (1,81 estudiantes si el hogar se encuentra en pobreza extrema), y recibe, en promedio, un ingreso de 40 808 colones (46 607 colones en hogares en condición de pobreza extrema). Esta entrada de dinero por familia aporta el 10% de su gasto de consumo (12% si el hogar es del quintil más pobre de ingresos).
Adicionalmente, se calculó que las transferencias promedio a un hogar receptor representan el 36% de la línea de pobreza por persona en zona urbana y el 47% en zona rural, así como el 81% del valor de una canasta básica alimentaria por persona en zona urbana y el 97% de una en zona rural.
Es decir, este aporte monetario es capaz de aliviar los gastos más básicos de las personas estudiantes y sus familias, sobre todo en las zonas rurales de quintiles de ingreso más bajos. Sin la existencia de las transferencias de Avancemos-Crecemos, los porcentajes de hogares en condición de pobreza extrema y pobreza total en el país aumentarían en 17% y 4,1% respectivamente.
El análisis realizado por el IICE sobre el impacto de Avancemos en secundaria encontró que el programa ha sido determinante para la permanencia y, de mayor forma, para la reinserción de estudiantes. Se estima que de cada 100 jóvenes en secundaria que habían recibido la transferencia entre 2015 y 2016, 16,1 jóvenes por año habrían abandonado o permanecido fuera del sistema formal de educación si no hubieran percibido este beneficio económico. Los efectos fueron significativamente más altos para jóvenes hombres de las zonas rurales.
Sin embargo, también se encontró que las variaciones en el poder adquisitivo de los montos no tenían efectos adicionales sobre asistencia. En cuanto a los beneficiarios de Crecemos en los niveles de primaria y preescolar, tal como se esperaba, tampoco se encontró que las variaciones en los montos tuvieran efectos en la asistencia, dado a que esta es obligatoria.
En la comparación con las transferencias (de 40 mil colones) con los costos indirectos para personas de 17 a 19 años de estar estudiando en lugar de trabajar, estas representan el 19.6% del ingreso que recibirían en el mercado laboral. Se estimó que los jóvenes de esas edades que no terminan la educación secundaria y que se dedican alguna labor alcanzan un ingreso promedio mensual de 204 mil colones.
Las tres recomendaciones se extrajeron de la investigación:
Es importante focalizar ayudas en reinserción de estudiantes fuera del sistema, que es donde se observa el mayor impacto.
En términos de asistencia, es más recomendable aumentar la cobertura que aumentar el monto.
Se debe evitar una reducción en el monto de la transferencia y la pérdida de su poder adquisitivo (frente a la inflación) por los efectos adversos que tiene la reducción sobre los ingresos de las familias pobres, sobre todo aquellas en condición de pobreza extrema.
En años de restricciones presupuestarias y de aumento en la pobreza (sobre todo rural) debido la crisis provocada por la pandemia, el programa Avancemos-Crecemos constituye un apoyo fundamental para que las personas puedan continuar estudiando y en ese sentido es clave para combatir la pobreza, tanto en el corto plazo como en el largo plazo.
Colaboraron con la redacción de este artículo: Juan Robalino, director del IICE; Luis Oviedo, investigador del IICE; Saúl Paredes, beneficiario del Programa de Desarrollo Académico de la Escuela de Economía de la UCR, así como Cristina Barrantes y Alonso Venegas, estudiantes asistentes de investigación de esa unidad académica.