Tema: Vacunas de refuerzo y su eficacia
Una de las preocupaciones es el número creciente de refuerzos de la inmunización contra el virus que causa el COVID-19. ¿Cómo se puede explicar por qué son necesarios?
ECA: “La premura de estar en medio de una pandemia llevó a informar que el esquema completo son dos dosis hasta el momento. Sin embargo, muchas vacunas contra los virus presentan un esquema de tres dosis espaciadas de la segunda a la tercera, por meses o también por años.
Por ejemplo, la de la hepatitis B se aplica una dosis, al mes la segunda y a los seis meses la tercera; la de MMR tiene dos dosis en el esquema vacunal infantil de Costa Rica, pero en los años 2000 y 2001 hubo un aumento de casos de rubeola en el país, lo cual significó un refuerzo a la población adulta.
Esto responde a la construcción de la evidencia, casi en tiempo real, que hemos tenido durante la pandemia. Es muy probable que el esquema completo sea de tres dosis contra el COVID-19, mientras no aparezca una variante que necesite la modificación en la composición de la vacuna. Esto no es algo antojadizo, nuevamente es lo que la evidencia va demostrando al mismo tiempo que la pandemia va avanzando.
Hay otros virus que tienen una tasa de mutación más alta que el coronavirus, por ejemplo, la influenza, lo que lleva a cambiar la composición de la vacuna anualmente y a su aplicación anual. Es muy pronto para decir que se necesitarán refuerzos generales anuales contra el COVID-19 o si solo en ciertas poblaciones de alto riesgo. Nuevamente, se está construyendo la evidencia de cómo va avanzando la pandemia. Esto ha sido muy difícil de entender para muchas personas y, por eso, surgen las teorías de la conspiración o el desprestigio a profesionales, etc”.
¿Es posible que el mundo cuente con una vacuna anual contra el virus? ¿Qué se requiere para alcanzar la meta?
ECA: “Las vacunas anuales actualmente se aplican en el caso, por ejemplo, del virus de la influenza. Esto sucede ya que el virus tiene la capacidad de mutar rápidamente y de un año al otro hay mucha probabilidad de que el virus circulante sea diferente al que circuló el año anterior.
Esta vacuna, además, se aplica a personas con factores de riesgo o personal de primera línea, no es una vacuna necesaria (aunque aconsejable) para la población en general (excepto en personas que no se pueden aplicar por el tipo de vacuna que es y cómo se produce).
Al igual que la vacuna contra el COVID19, la vacuna de la influenza no previene la infección, sino que disminuye el riesgo de que la persona se complique, requiera hospitalización y muera.
La efectividad de la vacuna contra la influenza no es tan buena como la de la vacuna contra el COVID19, ya que con la vacuna de influenza se hace una predicción de cuáles son los posibles virus que circularán el año siguiente y muchas veces esta predicción no da en el blanco.
Ha habido años en que la efectividad ha sido tan baja, como del 30 % (versus a vacunas aprobadas contra el COVID-19, las cuales en su mayoría tiene más del 70 % de efectividad).
Desde hace muchos años, la comunidad científica ha tratado de producir una vacuna universal contra el virus influenza. Ha habido avances pero aún no se han aprobado y, tal vez, con las nuevas metodologías, se alcance el objetivo más rápidamente.
Para el COVID-19, se tiene la ventaja de que el virus no muta tan rápidamente como el virus influenza y que, además, ya están en investigación algunos candidatos de la vacuna “pan-coronavirus”, que es aquella que tiene efectividad contra muchos coronavirus para que pueda hasta prevenir futuras pandemias y que su protección sea de larga duración.
Las vacunas utilizadas actualmente contra el COVID-19 se basan en el virus original de 2019. Al surgir nuevas variantes, se ha considerado importante “refrescar” esas vacunas y que contenga lo necesario para ser eficaces contra las nuevas variantes. Sin embargo, las observaciones a nivel mundial han demostrado que un esquema de tres dosis (dos iniciales más “refuerzo”) son efectivas contra manifestaciones severas del COVID-19 y han disminuido la mortalidad.
Además, estudios con modelos animales en macacos con una vacuna de refuerzo especial contra la variante omicrón no demostraron mejorar los resultados de efectividad contra un reto puntual con la variante ómicron. Esto ha puesto en duda si de veras se necesita ese refuerzo anual o si se debe hacer una actualización en el esquema de vacunación oficial, ya que hay suficiente evidencia para decir que el esquema pase de ser de dos dosis a uno de tres dosis.
Entonces, la pregunta de si se requiere una vacuna anual dependerá de varios factores:
1. El comportamiento humano para disminuir los contagios y la transmisión y, por tanto, el surgimiento de nuevas variantes.
2. Que alguna de estas variantes se “escape” lo suficiente de la respuesta inmune como para volver a aumentar casos severos y mortalidad.
3. Qué tan duradera sea la respuesta protectora con la severidad del COVID-19.
4. La capacidad de producción, distribución y aplicación rápida. Este punto ha sido acortado en el caso de la producción de vacunas tipo ARNmensajero o de vector viral, versus los métodos tradicionales en la producción de vacunas contra influenza”.
¿En algún momento se podría obtener una vacuna con efectos secundarios todavía menores?
ECA: “Mucho se ha discutido en la comunidad científica. Un punto que se cuestiona es la dosis vacunal (microgramos de ARNmensajero o cantidad de virus vector) que se dio a la población en cada vacuna. Se dice sobre esto, y por estar en el momento de emergencia mundial, uno de los resultados importantes era producir una respuesta inmune muy alta, rápidamente y con dos dosis.
Por lo tanto, la cantidad de antígeno (lo que se requiere para que el sistema inmune se active y monte respuesta), es bastante alta.
Tal vez, al cambiar oficialmente el esquema de dos dosis a tres dosis, esta cantidad de antígeno necesaria sea menor y, por lo tanto, no se tengan tantos efectos secundarios como fiebre, dolor de brazo, mialgias, dolor de cabeza, cansancio, etc.
Aún queda por investigar cómo disminuir la probabilidad de que surjan aquellos efectos secundarios muy poco frecuentes que han sido encontrados: como el desarrollo de trombosis o miocarditis”.
Ante la aparición constante de nuevas variantes, ¿podría ser normal que en un futuro la eficacia de las vacunas disminuya y se tenga que hacer mejoras constantes?
ECA: “Es probable. Sin embargo, lo que se ha observado hasta el momento es que aún con ómicron estas vacunas actuales han tenido el resultado que se esperaba: disminuir la severidad, la hospitalización y la muerte.
Con la cantidad de infectados por ómicron en este momento y sin haber tenido a la población vacunada, la cantidad de muertes hubiese sido exorbitante y el sistema de salud hubiese colapsado aún más.
No se debe olvidar que las vacunas no previenen el infectarse, tener algunos síntomas o hasta requerir hospitalización. Lo que hacen estas vacunas es disminuir el riesgo de complicarse. Pretender que solo con vacunación se va a disminuir los casos o como algunos han dicho “erradicar al virus” es un error.
Por eso, se enfatiza en seguir manteniendo medidas para disminuir contagios hasta que se alcance una vacunación global, que por la inequidad en la distribución de las vacunas en áreas geográficas determinadas, o porque aún hay grupos rezagados en vacunación (por ejemplo menores de 12 años en el caso de Costa Rica), no se ha logrado.
La incertidumbre es si en algún momento llegara a surgir alguna variante que se escape de la efectividad de estas vacunas y que esa variante sea altamente transmisible (como ómicron) y con alta virulencia (como delta).
En ese momento puede ser necesario que se tenga que cambiar la composición de la vacuna. Aún es muy pronto predecir que se necesitará, si se necesitará para la población en general o si solo en algunos grupos (como es el caso de la vacuna contra la influenza), si será anual o cada dos o tres años, etc.
Para esto es muy importante el gran esfuerzo a nivel mundial y nacional en la vigilancia genómica y epidemiológica del virus. Esto, para saber cuándo es que esté surgiendo alguna de estas variantes y si será necesario cambiar la composición de las vacunas”.